Érase una vez, en el corazón de un susurrante bosque verde, vivían Bernard el oso y Millie el ratón. Bernard era grande y gentil, con una nariz que se estremecía al oler la miel y un corazón tan suave como el musgo del prado. Millie era pequeña e ingeniosa, con ojos brillantes y patas rápidas, siempre en busca de aventuras. Una tarde, cuando el sol se ocultaba tras los altos pinos, Millie corrió hacia Bernard, que tarareaba suavemente junto a su arbusto de bayas favorito. “¡Bernard!”, chilló. “¿