Érase una vez, en el corazón del Bosque de los Sauces, vivía un pequeño y astuto conejo llamado Remy. Remy era conocido por su ingenio rápido y su corazón amable. Le encantaba saltar por los campos, mordisquear trébol dulce y hacer amistad con los demás animales. Pero en la parte sombría del bosque vivía alguien que no era tan amigable—una vieja bruja gruñona llamada Griselda. A Griselda no le gustaban los visitantes en su parte del bosque. Preparaba pociones y lanzaba hechizos, con la esperanza