Había una vez, en una tierra donde las montañas tocaban las nubes y los ríos brillaban como hilos de plata, un reino llamado Aveloria. Aveloria estaba gobernado por el rey Cedric, un monarca justo y sabio al que su pueblo amaba profundamente. No era un hombre de riquezas infinitas ni de ejércitos invencibles, sino de equidad y bondad, y eso hacía fuerte a su reino. Pero todo reino tiene sus sombras, y las de Aveloria yacían más allá del Bosque de Espinas Negras, donde los susurros hablaban de un